Por lo general son dos bolas bastante ligeras unidas por un lazo que se pueden introducir tanto por la vagina como por el ano. Y que tienen en su interior otras bolas más pequeñas, creando un vacío en el interior. Mediante el movimiento las bolas interiores golpean con las exteriores y realizan una especie de efecto vibratorio, produciendo sensaciones muy eróticas y placenteras. Al margen de su uso recreativo, su aplicación vaginal también se identifica como un medio muy eficaz para el fortalecimiento de los músculos del suelo pélvico.