Castelló LGTBI convoca una besada delante de la sede de vox a las 19:00h

 

Castelló lgtbi queremos insistir en la importancia de tomar el espacio público, de hacernos visibles, de pronunciarnos lesbianas en un mundo donde ser mujer de por sí ya es una opresión, en un mundo en el que elegir compartir nuestras vidas con otras mujeres a veces es tomado como una amenaza al sistema, a la familia… y se cuestiona nuestro derecho al matrimonio, a la maternidad, a la salud, etc.

Aún en pleno Siglo XXI se hace necesario reivindicar la visibilidad de las mujeres lesbianas, que tras siglos de invisibilización, seguimos con nuestros derechos y libertades menguados a causa de la cultura patriarcal y machista heredada.

En la actualidad, las mujeres Lesbianas y bisexuales, siguen permaneciendo invisibilizadas, y disponemos de pocos referentes en la producción cultural, gráfica, musical, literaria, política, periodística, televisiva o en cualquier otro medio de comunicación, cuyas consecuencias llevan a miles de mujeres a sentirse “diferentes”, “raras”, excluidas, habitantes de la frontera con la normalidad.  Es imprescindible para la mirada de cientos de miles de mujeres que se relacionan con mujeres que estos referentes se visibilicen, que nos ayuden a normalizar la existencia de la identidad lésbica, así como visibilicemos la cotidianidad de nuestras relaciones.

Todas conocemos mujeres mayores lesbianas que han vivido su identidad desde el silencio, la vergüenza o el miedo en una sociedad profundamente lesbófoba. El impacto negativo sobre su persona y sus vidas ha sido durísimo:   sufrimiento y soledad, imposibilidad de proyectar una vida en pareja de manera satisfactoria, enormemente presionadas por un entorno muy hostil a las relaciones entre mujeres.

Durante la dictadura franquista, los hombres gais y las mujeres transexuales fueron perseguidas y encarceladas según dictaba la Ley sobre Peligrosidad y Rehabilitación social, pero las mujeres lesbianas y bisexuales fueron completamente invisibilizadas, trasladadas y encerradas en centros psiquiátricos, fueron analizadas y tratadas como enfermas.  Las pocas que se atrevieron a salir de los armarios fueron tratadas con dureza, discriminadas y humilladas públicamente.  “Desviadas” fue el calificativo más suave.

En la actualidad, estas mujeres siguen siendo objeto de discriminación por parte de la administración para acceder a determinados servicios sociales como residencias de la tercera edad, donde, en ocasiones han de volver a invisibilizarse por falta de apoyo institucional. Y aquellas que nunca pudieron visibilizarse, continúan a día de hoy sufriendo la soledad y el silencio, una demoledora barrera que dificulta las relaciones familiares o de amistad, tan necesarias en la última etapa de nuestras vidas.

Es, sobre todo en las zonas rurales, donde el impacto de la invisibilidad es más grande, por ello apelamos a todas las mujeres con proyección pública a que se visibilicen, con ello están dando la oportunidad a miles de mujeres de verse a sí mismas con la mirada de la cotidianidad, con la certeza de la igualdad, con la ilusión de sentirse dignas de su derecho a una vida plena: la posibilidad de empoderamiento en un mundo que aún aplasta sus identidades.

Reivindicando la Visibilidad podemos entre todas seguir avanzando en derechos, ya que lo que no se nombra no existe, sin visibilidad nuestras instituciones seguirán ignorando nuestras reivindicaciones más básicas.

Ejemplo de ello es la discriminación en los derechos sexuales y reproductivos.   Existe aún una falta de protocolos específicos en ginecología para la atención sanitaria de las mujeres que tienen sexo con mujeres, ya sean cis o trans.  Falta de información y campañas de prevención o políticas de salud sexual, sobre todo en cuanto a las infecciones de transmisión sexual (ITS) en mujeres que mantienen relaciones sexuales con otras mujeres.  Existe, así mismo, desconocimiento sobre la realidad trans en los centros sanitarios, lo que dificulta la realidad de las mujeres trans lesbianas y bisexuales.

Otras de las discriminaciones hacia las mujeres con pareja mujer, es que tienen necesariamente que estar casadas antes de que nazcan sus bebés para poder inscribirlos en el registro civil, a diferencia de las parejas heterosexuales. Además deben hacerlo de forma presencial, y se debe acudir con el libro de familia.  Las parejas de mujeres no casadas no pueden inscribir conjuntamente a su bebé, la no gestante debe iniciar un proceso de adopción de su propio hijo, algo que no ocurre en las parejas heteroxuales.  En nuestra sociedad sigue primando un modelo de familia tradicional que deja fuera las necesidades de muchas mujeres que han optado por una vida familiar compuesta por dos mujeres, saliéndose así de los cánones establecidos. 

Otra consecuencia negativa de la invisibilidad es la violencia y los delitos de odio.  Las mujeres lesbianas son tratadas tradicionalmente y a menudo por los hombres heterosexuales como un “trofeo” para sus juegos eróticos, considerándose como un objeto sexual pornográfico, viciosas, promiscuas y no aptas para el respeto como personas.   Un estigma super machista ante el que hay que lidiar, y que muchas veces provoca violencia contra las mujeres lesbianas. Visibilizarnos nos dignifica, y eso deshace y derriba toda esta basura cultural.

Otro de los aspectos relacionados con la necesidad de la Visibilidad es la discriminación laboral.    Las mujeres lesbianas, que ya sufren la discriminación por ser mujeres en nuestros entornos laborales, son castigadas además por su orientación sexual.  Los techos de cristal se duplican, la brecha salarial es aún más sangrante.

Nos queremos lesbianas visibles porque necesitamos referentes, mujeres que se pronuncien, lesbianas, como nosotras, con nombre propio, con una historia. Queremos ser cotidianidad en las calles, personajes públicos, porque tenemos derecho a vivirnos en todos nuestros ámbitos sin tener que renunciar a nuestra identidad, porque nuestras vidas no van por fascículos en los que podamos separar lo que somos y lo que sentimos dependiendo del trabajo que tengamos, del partido político que gobierne o de la cara que ponga la persona que tengamos delante para decidir si le damos o no un beso a nuestra pareja.

Porque tenemos derecho y cada vez muchas más de nosotras estamos empezando a creérnoslo, a desterrar la homofobia internalizada, a no ocultarnos, a sentirnos parte de esta manada plural de lesbianas, de bolleras, tortilleras, marimachos, porque esta vez, como tantas otras, como en tantas luchas, nos hemos reapropiado del insulto, del intento de herirnos, de frenarnos, y lo hemos hecho nuestro.

Porque somos pluralidad que ya no se esconde, tus vecinas de setenta años que siempre creíste hermanas, la mujer trans que te sorprende con su novia de la mano porque ser trans y ser lesbiana es tan posible como ser cis y ser lesbiana, pero nunca viste una serie en la televisión en la que no tratáramos de gustar a un hombre. Somos la butch y la femme, la butch y la butch, la femme y la femme, somos quienes queramos ser porque salimos del estereotipo de la pornografía machista que nos crea para un público masculino y nos construye parte de un imaginario que no nos representa. Somos mujeres de todas las etnias, de todas las clases, de todos los barrios, diversas, unidas en la convicción de que lo que no se ve, no existe, y desde luego, nosotras sabemos que existimos. Es hora de que cada vez lo sepa más gente, fuera de la hipersexualización, de la infantilización y del concepto de “amigas”.

Feliz día de la visibilidad lésbica, de todas para todas, porque es hora de que nuestra representación y visibilidad la hagamos nosotras. Por ello te invitamos a reivindicar la visibilidad de tu cotidianidad como mujer lesbiana en las redes sociales y en las calles